3 años de amor

¡Cómo pasa el tiempo! Ya tres años hizo ayer desde aquella fría noche de enero en la que nos conocimos. 

Echo la vista atrás y no puedo dejar de pensar en que es una de las mejores cosas que me han ocurrido en la vida: encontrarle a ÉL y que él me encontrara a MÍ. En definitiva, que NOS  encontráramos.

Y después de encontrarnos saber seguir reencontrándonos en los madrugones, en los momentos tan difíciles que hemos vivido el pasado año (Hasta Nunca 2017, te odio porque te llevaste a la persona que más me ha querido en este mundo). 

Hacemos magia juntos y somos hasta capaces de reirnos en mitad del caos más enorme. 

También sabemos aguantar la respiración y la palabra inoportuna en esos "momentillos" locos que todos tenemos. Yo dramatizo y exagero (¿en serio Cris? ¿Tú haces eso? - I don't believe it-) y él trae la calma, la cordura y un chiste malo de los que hacen mucha gracia y todas las nubes negras se esfuman y me siento en casa de nuevo.

Me conoce, le conozco, nos conocemos, no tenemos ni idea de cómo se hace esto. Nunca lo habíamos hecho antes así  porque sino no nos habríamos encontrado.

Me trae flores, me prepara capuccinos, revolotean mariposas en mi estómago. Adoro su sonrisa, su nobleza, su sentido del humor, su empatía, amo-odio su perfeccionismo que hace que nuestra vida sea mejor.

Madrugo porque me gusta que desayunemos juntos, preparar el desayuno con las noticias de fondo y escucharle en el baño mientras identifico los sonidos para calcular el tiempo y que las tostadas no se queden frías o la fruta no se ponga feucha ya cortada.

Voy a ver las pelis de Star Wars porque ver la ilusión en su cara cada vez que estrenan   una me llena de alegría.

Él "se traga" pelis tipo La luz a través del tiempo ( una biografía del Nobel J.R. Jiménez). Pero tal vez en esa sala oscura soñemos los dos con algo tan grande como lo de Zenobia y el autor de Platero y Yo.

Discutimos de política, nos miramos en los restaurantes buscando la opinión en los ojos del otro, nos animamos, nos mofamos de las lecturas del otro, nos contamos cosas, recorremos las tiendas de muebles y deco hasta que llegamos a un acuerdo: si a uno no le encaja, no vale. Es nuestro mundo, es nuestro hogar, tiene que ser a la medida de los dos o sino no será.

No hay prisa, tenemos toda la vida por delante.